No deja de descender
22 de mayo de 2016

Personalmente, de todas maneras, tengo una teoría: hace muchos años que Argentinos no deja de descender. Creo que el punto de inflexión fue aquel campeonato del 2010. Desde aquel título soñado, inesperado, inolvidable, el Bicho entró en un tobogán que no termina nunca.
Cuando nos tocó descender por última vez, hace algo más de dos años, en una columna similar a ésta recuerdo haber escrito que el descenso deportivo era en aquella oportunidad simplemente un cambio de categoría circunstancial, porque con los 10 ascensos simultáneos a los seis meses, era casi un hecho el regreso inmediato a Primera.
A mí me preocupaba lo otro, lo de afuera, lo que no se ve. Me preocupaba que Argentinos había dejado de ser un club simpático para ser uno de los clubes habitualmente sospechados, afines a la AFA. Una afinidad que hoy se transformó, de repente, en una deuda de casi 100 millones de pesos. Resulta que, como muchos pronosticábamos, aquella “refundación” que se iniciaba con Borghi y Riquelme, que incluía contratos mensuales de 7 cifras, terminó siendo la “refundición” de un club que pagó lo que no podía pagar.
Por eso, cuando la fiesta pasó y se apagó el último fuego artificial, Argentinos presentó en su vuelta a Primera un equipo mucho peor que el plantel que había tenido en la B Nacional, que apenas arañó los 33 puntos en 30 fechas, maquillados por una clasificación a una liguilla Pre-Sudamericana, aún estando entre los 9 peores equipos de la temporada anterior. Ahí empezó esta historia. Y NO NOS DIMOS CUENTA.
NO NOS DIMOS CUENTA que entre aquel cierre del torneo y el inicio de éste que acaba de terminar, en Argentinos se votó y otra vez hubo tres listas porque ni siquiera entre dos de ellas pudieron ponerse de acuerdo. Ganó la que parecía ser la mejor de las tres y aún así no alcanzó.
No alcanzó por la pesada herencia y porque la gestión fubolística de la actual dirigencia fue tan mala o aún peor que la anterior. Condicionada es cierto por miles de factores, sobre todo económicos. De movida, por ejemplo, el club tuvo que levantar 16 inhibiciones. Sí, 16. Volvieron los juicios. Como los casos Platense-Markic y Grecco-Ortigoza que siguen pendientes, se sumaron reclamos de Pablo Hernández, de Barzola, de la Universidad de Chile por Matías Caruzzo, etc. Y NOSOTROS NO NOS DIMOS CUENTA.
NO NOS DIMOS CUENTA que Argentinos es el club que en los últimos años siempre está entre las mejores instituciones de Infantiles y de Inferiores pero también entre los peores de Primera. Que de cada 8 refuerzos que trae, acierta 1. Pasó con esta dirigencia, pasó con la anterior. Con director deportivo y sin él.
NOS NOS DAMOS CUENTA que a la cancha va cada vez menos gente. Que al club va cada vez menos gente. Que cada vez nos mira por TV menos gente. Que somos noticia solamente cuando ascendemos o cuando descendemos porque antes, al menos cada tanto, metíamos jugadores en la Selección. Hoy el único es Biglia y esta semana dijo por todos lados que si vuelve a jugar en Argentina, quiere ponerse la camiseta de Independiente.
A propósito de eso, NO NOS DAMOS CUENTA que tenemos amores no correspondidos. Que cuando un ídolo del Semillero vuelve al club, generalmente no puede mover las piernas; o a lo sumo mueve una. Acá nadie hace lo de Verón, lo de Riquelme en Boca ni lo de Milito. Nadie lo hizo. Por eso el único emblema de este plantel es el Lobo. El sí lo hizo. Y mira pobre cómo terminó. Terminó yéndose a la B como Borghi, como Piscu, como el Polo.
NO NOS DAMOS CUENTA que en Argentinos, hace cinco años, nos peleamos todos entre nosotros. Nos creemos más de lo que somos. Seguimos viviendo del recuerdo y mientras tanto, disculpen la expresión porque no se me ocurre otro término más preciso, el club se nos fue a la mierda.
Lo escribe alguien que un par de horas después de ver el partido esta vez por TV en casa, con mamá llorando al lado, papá recién operado, hermana y mujer tratando de consolarme, TODAVIA NO SE DA CUENTA y no asume que Argentinos descendió otra vez.
Hace poco, cuando cumplí años y soplé la velita N° 31 me di cuenta que pedí el mismo deseo que pedí en casi todos mis cumpleaños, desde que soy chiquito y me traían una torta con jugadores rojos sobre grana verde: que Argentinos no descienda. Hoy, más maduro, me di cuenta, que no le podemos pedir a los demás que hagan por uno lo que nosotros no hacemos. Ni siquiera al barba. Todos somos un poco responsables de esto que nos acaba de pasar.
Mis tres deseos, en este día tan triste otra vez que nos toca vivir a los hinchas de Argentinos, serían estos: que la próxima vez que ascienda el Bicho, sea en el momento justo y para siempre; que la próxima vez que haya elecciones, haya una sola lista, porque querrá decir que estaremos todos juntos; y la tercera, y la más importante, es que todos los hinchas abramos de una vez los ojos y nos demos cuenta todo lo que pasó y pasa en Argentinos. Aunque la verdad duela.
Argentinos no descendió hoy: hace por los menos 5 años que no deja de descender. Todos los días. Ojalá que como prometió y sueña esta dirigencia, Argentinos empiece a crecer. Desde abajo, desde sus raíces. Que construya bases sólidas, que se ordenen las finanzas, que se prioricen las inferiores, que se apueste al largo plazo y que empiece a crecer.
Y aunque parezca una ironía, ya que hoy no la pude cantar como otras veces, permítanme cerrar esta columna con la canción que menos me gusta de Argentinos, pero a la vez es la que más canté en mi vida. “YA VAMO‘ A VOLVER, YA VAMO‘ A VOLVER”. Ya vamos a volver Bicho. Pero volvamos para siempre.