Llegó a fines del año 2018, proveniente de Cerro de Uruguay,  en una transferencia de 450.000 dólares por el 50 por ciento de su pase, a pagar en cuatro cuotas, y con un contrato que se extendía hasta el 30 de junio de 2023. Una llegada que ilusionaba a los hinchas. Un dato para tener en cuenta: fue ternado en esa misma temporada al premio como mejor jugador del fútbol uruguayo (junto a Cristian Rodriguez y Kevin Dawson, de Peñarol)

Pese a esto, de entrada le costó adaptarse al fútbol argentino y no pudo tener la continuidad que buscaba. Relegado en la consideración de Diego Dabove (DT del Bicho en aquel momento), pudo disputar tan solo un puñado de minutos en ese semestre y la mayoría viniendo desde el banco de los suplentes. Tiempo después ya no formaba parte ni siquiera de los convocados y bajó a Reserva.

En septiembre de 2019 fue cedido al Atlante de México por un año sin cargo y sin opción de compra, donde tampoco logró la continuidad que deseaba. Rescindió su vínculo en el país azteca y regresó a préstamo a Cerro, su ex club, donde se reencontró con la titularidad y tuvo un nivel más regular (sin ser el que lo trajó a la Argentina).

Todo esto llevó a que se decida una rescisión de común acuerdo y que Paiva continué su carrera en Rentistas, club de Uruguay. En una buena negociación para que el club no tenga un mayor perjuicio económico, la dirgencia del Bicho acordó que el futbolista quedé en libertad de acción a cambio de una deuda importante que había por su pase ( cerca de 450 mil USD).

Una situación similar a la que se arregló en su momento con Enrique Borja, que rescindió a cambio de una deuda y se evitó una perdida economica importante. Dos casos de futbolistas que llegaron del extranjero, en gran nivel, generando muchas expectativas, pero que no pudieron asentarse en La Paternal.