Re-debut categórico
28 de enero de 2018
En su re-estreno, Lucas Barrios dejó en claro el nivel físico y futbolístico en el que decidió volver a vestir la camiseta del Bicho. Bajó todas las pelotas, acertó en todos los pases, generó tres chances de gol, asistió a Machín y hasta tuvo tiempo de vestir la cinta de capitán.

Domingo de sol, con la vuelta de Argentinos a la Superliga y al estadio Diego Armando Maradona. En ese marco jubiloso, Lucas Barrios volvió a su casa para vestir (por primera vez desde la vuelta) la casaca del Bicho. Encima, o, más sensatamente, en parte en consecuencia, el equipo de Berti triunfó 2-0 ante San Martín de San Juan, que pululaba cerca de los puestos coperos, dos puntos por encima de Argentinos. El centrodelantero, en su primer partido, tuvo una actuación categórica y participativa en la victoria.
Lucas Barrios logró demostrar en cancha, y en su primer partido, el nivel en el que escogió volver al club que lo vio nacer. La suerte le fue esquiva y no logró concretar tres cabezazos que tuvo la habilidad, experiencia y picardía de ganar en el área de los cuyanos. Una salió rozando el travesaño, otra se la negó Ardente y la restante salió apenas ancha. Pero más allá de su desempeño en la zona de fuego, Lucas mostró ser un centrodelantero de altísima jerarquía y utilidad para el equipo de Berti. Dominó y bajó hasta las pelotas más complicadas, terminó el partido con veinte pases correctos y un 95% de efectividad en dichas entregas, y supo a dónde ir para buscar los centros.
Una prueba concreta de qué beneficios aporta un jugador de semejante jerarquía es el primer gol de Argentinos. Batallini tiró un centro a media altura estando Barrios de espaldas al arco. Él se puso en frente de su marcador, controló con el abdomen, aguantó la pelota con la marca férrea del zaguero rival y descargó para Machín, que, para sorpresa de todos, se encontró en el área y perfilado para romper el cero a cero de un zapatazo. De una jugada intrascendente, Lucas creó, literalmente, un gol.
Más grande que el gesto de volver, es el hecho de haberlo decidido en semejante nivel futbolístico y físico. A sus treinta y tres años, Lucas está lejos de “estar de vuelta”; es uno de los mejores delanteros del fútbol argentino y aún tiene la potencia para hacerlo pesar en cancha, y eso lo transforma en un arma peligrosísima con la que cuenta el equipo de Berti.
Esta tarde, dos imágenes van al cajón de los recuerdos; las dos involucran a Lucas. En la primera, recibe, tras un saludo afectuoso, la cinta de capitán de las manos de otro referente en el plantel, Gastón Machín. Paternal en estado puro. Luego, una ola de aplausos despide a un surgido de las inferiores del Semillero del Mundo, categoría 1984, y recibe a un jugador de idéntica proveniencia, categoría 2001. Identidad.
El torneo es largo, pero si hay una certeza, es que Lucas Barrios es una invitación a ilusionarse. Después de todo, ¿con qué frecuencia un nueve de semejante nivel pisa el estadio Diego Armando Maradona con una franja blanca de derecha a izquierda en su remera? ¿Hace cuánto no teníamos a uno así?