Pasión Paternal

A la siguiente fase, con lo justo


08 de mayo de 2019

Joaquín Donati - @DonatiJoaquin

Argentinos tuvo un rendimiento flojo y facilitó él mismo el peligro que le generó un rival bastante limitado. Terminó aguantándolo y perdió por 1-0 en Mérida ante Estudiantes, pero le alcanzó para pasar de ronda en un contexto ajetreado. A causa del resultado, el equipo de Dabove quedó en el segundo bolillero y podría jugar, por ejemplo, con cualquiera de los que bajan de Copa Libertadores.

 Primero que nada, objetivo cumplido. Argentinos tuvo un partido errático y sufrido en Mérida; se sintió incómodo y el desgaste físico y psicológico le pasó su factura en la altura venezolana. Perdió 1-0 y terminó escurriendo cada segundo del reloj, pero lo más importante es que clasificó a la siguiente fase. Cumplió el objetivo, que cobra aún más valor luego de una seguidilla de partidos y viajes agotadora.

 Diego Dabove, en parte empujado por el cansancio físico y en parte por la estrategia rival, plantó un 5-2-1-2 poco trabajado. En el fondo, optó por los tres zagueros (Galván, Torrén y Quintana –de enorme partido) para contrarrestar el doble nueve (Rodríguez y Mena) y dos laterales para hacer las bandas (Sandoval y el incansable Elías Gómez). Pero pasados los diez minutos, el equipo se vio fracturado: tres atacantes y siete defensores. El doble cinco no gravitó. No fue claro en la gestación ni sólido en labores defensivas. Romero desorientado y Francis amonestado y llegando tarde a relevar a Gómez.

 A los 21’ del primer tiempo, desde una pelota parada, cayó un centro al área y Wilson Mena, que apareció del fondo, se tiró de palomita para romper con el cero. Los minutos que precedieron y sucedieron al gol, parecieron una pesadilla. Argentinos no sólo no agarraba la pelota, sino que no encontraba cómo protegerse sin ella.

 En ofensiva, Bobadilla volvió a tener un partido pésimo. No aportó al funcionamiento colectivo –muchas veces lo entorpeció- ni fue símbolo de anarquía individual y, encima, terminó fusilado. El partido fue demasiado desprolijo para el juego de Mac Allister que, sin embargo, decidió y ejecutó casi siempre bien, y, si bien Batallini había despertado alguna ilusión, todo oscureció cuando, en el entretiempo, debió salir por una molestia en el posterior izquierdo. El ingreso de Hauche significó más por su viveza y experiencia que por su explosión.

 Una suma de factores influyeron para que Argentinos se sintiera incómodo (mix titulares-suplentes, nuevo esquema, altura, rival, estado del campo de juego). Nunca supo balancear y cubrir la subida de los laterales, moverse en bloque o generar juego asociado. Promediando el segundo tiempo, el equipo resignó cualquier esfuerzo ofensivo colectivo y se dedicó a aguantar el resultado a toda costa. En este punto Cháves, Torrén y Quintana se subieron, con la honorable mención a Gómez, en los tres mejores del partido, lo cual habla por sí sólo.

 Sin embargo, más allá de algún que otro arrebato de Mena o Gómez (sobre todo en el ST), el equipo venezolano tampoco mostró ser un equipo peligroso u hiriente. Argentinos le otorgó más espacios u oportunidades que el que Estudiantes mismo generó. Por eso, terminó el partido tirando cascotazos al área, sin mayores sobresaltos para los centrales y Cháves.

El equipo de Dabove terminó cruzando los dedos con cinco en el fondo más Moyano, Montero y Romero, pero, a fin de cuentas, cumplió con el tan esperado objetivo de clasificar a la siguiente ronda de Copa Sudamericana. Aunque no cerró con la mejor imagen, no le quita mérito a un equipo que viene de cargarse dos grandes por la copa local, muchos partidos encima y muchos problemas extrafutbolísticos también. Ahora, con poco tiempo para evaluarlo, se vienen dos partidos más ante Gimnasia (LP) para lograr otro importante objetivo.

Compartir esta nota en