¡Qué lindo es el comienzo de semana cuando gana el Bicho! Aunque claro, no siempre se puede vencer jugando bien y generando más de diez situaciones de gol. Hay algo que es claro e irreprochable: incluso jugando mal, el equipo de Gabriel Heinze es muy superior a sus rivales. ¿Por qué? Dos factores importantísimos: capacidad física y técnica. Argentinos pasa por arriba a sus rivales en estas dos facetas y las hace notar hasta cuando entra en una nebulosa futbolística que le cuesta salir. Ojo, no siempre sale bien, y ya lo hemos vivido con Dálmine, Guillermo Brown y Douglas Haig, entre otros.

La noche en el Norte argentino encontraba a Argentinos y Gimnasia dispuestos a ganar como sea. Para los de La Paternal, triunfar era algo más que vital, ya que Chacarita y Guillermo Brown habían ganado sus respectivos partidos demostrando que darán batalla hasta el final. Por esta razón, no había más remedio que llevarse los tres puntos en una cancha que siempre fue brava para Argentinos.

Gabriel Heinze, por primera vez en el semestre, repetía un once en dos partidos consecutivos. El equipo que empató con Los Andes había jugado muy bien, y Facundo Barboza, eventual titular, todavía no estaba al 100% de su capacidad física.

El encuentro comenzó con Argentinos dominando a su rival pero sin inquietarlo lo suficiente. Con paciencia entre los defensores, la idea era buscar el pase justo para lastimar, y no rifarla sin sentido alguno. También es cierto que Iván Colman, el generador de fútbol que tiene este equipo, no tuvo su mejor noche, aunque su soberbia jugada en el gol justificaría su participación en el encuentro.

A los 35 minutos, empezaba la gestación: Entre Benítez, Freire, Lanzillotta, Martínez y Torren, la tocaron alrededor de diez veces para que, al toque once, Colman meta un pase al vacío que aprovechó Javier Cabrera por izquierda, y sin frenarla, el uruguayo mandó un buscapié para encontrar el botín zurdo de Francisco Fydriszewski. Un autentico GO-LA-ZO. Habría que buscar en el archivo y encontrar el último tanto en donde Argentinos tocó tanto la pelota.

Inmediatamente, y sin bajar la retaguardia, el “Polaco” tuvo un mano a mano inmejorable para sentenciar la historia, pero el arquero local le ganó el duelo. Y claro, empezaría la danza de definiciones fallidas.

La segunda mitad fue de lo más flojo en el torneo en cuanto a producción de Argentinos. Tuvo poco la pelota, y cuando la tenía, decidía mal. De contra, tardaba en resolver, y cuando tenía la oportunidad, volvía a errar. El “Lobo” jujeño atacaba con lo que tenía, pero no llegaba con claridad. Apenas un tiro desviado de Arraya, pero no más que eso. En líneas generales, el complemento fue bastante aburrido.

Sobre el final del partido, la tuvo Lucas Cano, que había ingresado por Fydriszewski, pero erró. La tuvo Romero mano a mano, y erró también. La estadística marca 23 goles a favor de Argentinos en lo que va del torneo. Créanme, si la mira estuviera calibrada, hoy hubiese superado los 35. Pero esto es fútbol y la lógica no existe.

Fue final en Jujuy. El “Bicho” pasó una dura prueba de fuego y se puso a dos puntos de Guillermo Brown. Ahora, jugará su último duelo del año ante Nueva Chicago en el Diego Armando Maradona. Año que tendremos que olvidar rápido por un bochornoso descenso, pero también es un año que podría ser el punta pié inicial para volver a ser lo que fuimos: la mejor escuela de fútbol en todo el continente. Solo hay que creer y ejecutar. ¡ALLÍ VAMOS!